miércoles, 9 de mayo de 2012

Más allá del Olimpo Parte 7


Cosmos: "Rai, despierta.". Lo primero que llegó a pensar Rai fue que esto era un sueño, producto de su imaginación. Una hermosa mujer estaba en frente de él, sus vestiduras tan blancas como ningún color visto antes, y un pelo tan rubio como la fuerza de mil soles. "Siento que te conozco" dijo él, pero no pudo recordar nada mas de esta misteriosa mujer, hasta que recordó lo que Aina le había dicho desde el principio: "descendiente de Cosmos, esposa de Caos"...


La idea atravesó su mente y antes de mencionarlo ella le dijo: "Si, yo soy Cosmos, madre de la creación. Te vine a advertir, tu padre fue encerrado hace mucho tiempo en un lugar que conecta este mundo con su exilio eterno. Tu padre posee una enfermedad que lo esta volviendo mas poderoso y que incluso pudiera matar todo el universo. Si ese poder es desencadenado sería el fin para todo lo que conocemos y..." - "Sé lo que debo hacer" dijo Rai.


"Hace mucho tiempo emprendí este camino, lleno de peligros, de combates, de estrategias y también de amor... No se si lo que hago esta bien, o esta mal, y tampoco pido que me juzguen. Solo sé que me arriesgaré una última vez, un último combate, una última lágrima... Por ella, mi Aina, mi ángel, mi todo..." Fue en ese momento en que Cosmos miró un Raibeart distinto, una persona segura de si mismo, un hombre que podía enfrentar sus ideales todo por amor...

Mientras Rai se daba la vuelta y caminaba ella le dijo: "Tendrás que ir al portal construido por los hombres. Esa torre juró ser la mas grande de todas, y alcanzar el cielo. De hecho, lo hizo, pero gracias a que tu padre logró tocar la tierra fue destruida casi completamente. Viaja hasta la torre, ahí encontrarás lo que tu padre destruyo hace mucho tiempo y ya tienes la llave para entrar, te amo mi hijo, hasta pronto, ve a ...".

Y así fue como Rai despertó en brazos de Aina, el ataque había cesado, todo estaba en calma, bajaron hasta el vestíbulo donde Poseidón y Hades ayudaban a su hermano Zeus a ponerse de pie. Rai se acercó y miró a Zeus y antes de que este pronunciara una palabra dijo: "Como tu lo habías dicho, he de perecer. Sin embargo ahora tengo mas claro lo que debo hacer. Debo viajar a una tierra lejana y ustedes me acompañarán para que abran las puertas donde mi padre está."

Aina no podía creer todo eso y le dijo: "Pero ¿Qué pasará contigo? ¿Qué haré yo? Yo te amo y no puedo permitir que hagas un suicidio" El sonriendo, la beso con tanta pasión como nunca y le dijo: "Por ti podría enfrentar mil soles, podría sacrificar mil mundos, podría incluso morir, pero esto es algo que debo hacer. Te amo mi Aina, más de lo que puedas imaginar, siempre tendrás a alguien que te protegerá. Ahora vámonos Dioses del Olimpo, Más allá de donde la mente puede imaginar, ¡A BABILONIA!".

miércoles, 2 de mayo de 2012

Un baile nada más


Ajetreado y estresado, baje del carro. Cogí mis maletas y me dirigí al aeropuerto. Llegué, presenté mis documentos al recepcionista, me peso las maletas y termino toda mi documentación. Luego voltee y la vi, mi dulce Aina, tan bella tan dócil, tan suave, tan hermosa, tan ella... No pude apartar la mirada y en un suspiro se pudo escuchar música en el vestíbulo del aeropuerto, una música tan romántica para bailar, simplemente me dejé llevar.

La tome de la mano, ella paso sus manos por mi cuello, puse mis manos en su cintura y bailamos al ritmo del violín. Una música inolvidable, un sentimiento hermoso, lleno de cariño, de amor, de pasión, lleno de [...] Luego ella posó su cabeza en mi pecho, la música se tornó mas lenta y puedo llegar a asegurar que ella sintió mis latidos del corazón. Ella podía leer mis pensamientos, ella podía sentir mi cuerpo estremecerse ante su presencia.

No pude contra mi corazón, la abrace y le dije con una suave voz para que solo ella y yo pudiésemos saber lo que decía: "Te amo". Continuamos bailando y mientras nos volteamos a ver, con una ternura en su cara, me mira y me dejo ir por su mirada. Me dejo atrapar por sus brazos, me dejo llegar al corazón y me dejo amar por una vez más en la vida, sin temores, sin preocupaciones, sin miedos, sin arrebatos, sin malicia alguna, solo ella y yo.

Entre las miradas sonrió y yo a la vez. Ella acerco sus delicados labios y me beso. Ese momento en el que el universo se paralizó, ya no existía el aeropuerto, mi vuelo, las maletas, el tiempo... Nada... Solo ella, su beso, sus abrazos, sus caricias, sus hermosos ojos café, su delicada silueta, su inmensa belleza. Después del beso la miré y sonreí. Mis ojos se llenaron de lágrimas, ella me miró sonrió conmigo, me secó las lágrimas y me abrazó de nuevo. 

"La mayor declaración de amor es la que no se hace; 
el hombre que siente mucho, habla poco."
- Platón