miércoles, 2 de mayo de 2012

Un baile nada más


Ajetreado y estresado, baje del carro. Cogí mis maletas y me dirigí al aeropuerto. Llegué, presenté mis documentos al recepcionista, me peso las maletas y termino toda mi documentación. Luego voltee y la vi, mi dulce Aina, tan bella tan dócil, tan suave, tan hermosa, tan ella... No pude apartar la mirada y en un suspiro se pudo escuchar música en el vestíbulo del aeropuerto, una música tan romántica para bailar, simplemente me dejé llevar.

La tome de la mano, ella paso sus manos por mi cuello, puse mis manos en su cintura y bailamos al ritmo del violín. Una música inolvidable, un sentimiento hermoso, lleno de cariño, de amor, de pasión, lleno de [...] Luego ella posó su cabeza en mi pecho, la música se tornó mas lenta y puedo llegar a asegurar que ella sintió mis latidos del corazón. Ella podía leer mis pensamientos, ella podía sentir mi cuerpo estremecerse ante su presencia.

No pude contra mi corazón, la abrace y le dije con una suave voz para que solo ella y yo pudiésemos saber lo que decía: "Te amo". Continuamos bailando y mientras nos volteamos a ver, con una ternura en su cara, me mira y me dejo ir por su mirada. Me dejo atrapar por sus brazos, me dejo llegar al corazón y me dejo amar por una vez más en la vida, sin temores, sin preocupaciones, sin miedos, sin arrebatos, sin malicia alguna, solo ella y yo.

Entre las miradas sonrió y yo a la vez. Ella acerco sus delicados labios y me beso. Ese momento en el que el universo se paralizó, ya no existía el aeropuerto, mi vuelo, las maletas, el tiempo... Nada... Solo ella, su beso, sus abrazos, sus caricias, sus hermosos ojos café, su delicada silueta, su inmensa belleza. Después del beso la miré y sonreí. Mis ojos se llenaron de lágrimas, ella me miró sonrió conmigo, me secó las lágrimas y me abrazó de nuevo. 

"La mayor declaración de amor es la que no se hace; 
el hombre que siente mucho, habla poco."
- Platón 

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